El nacional se acerca y todos los chicos parecen entusiasmado con ello. El año parece estar siendo productivo y los de último año se preparan para despedirse del instituto. Los chicos del McKinley tienen un brillante futuro por delante, las disputas parecen estar llegando a su fin, nuevas parejas aparecen, como Kitty y Artie, y antiguas son retomadas con más fuerza, teniendo como ejemplo el compromiso entre Kurt y Blaine. Nada parece que pueda llegar a ir mal, no hay duda de que irán con todas sus fuerzas a por el nacional.

En Nueva York las cosas no pueden ir mejor, Rachel ha conseguido su papel soñado en Funny Girl, Santana ha producido su primer anuncio y Kurt ha montado una banda lista para salir del anonimato. Todo parece ir bien encaminado, mientras esperan para saber el resultado del nacional de sus amigos y si tendrán alguno con ellos el próximo año.

Por su parte Mercedes continua en Los Ángeles, a pesar de ya no tenga contrato con la discográfica sigue intentando salir adelante y poder triunfar en el mundo de la música mientras continua en la universidad. Al igual que Quinn a la que al parecer le va genial en Yale. Todos parecen estar siguiendo sus caminos satisfactoriamente, aunque aún queden cosas por aclarar y decisiones por tomar.

Desgraciadamente toda la felicidad tiene un final, nadie se esperaba que poco después de que todo pareciese encajar como un puzzle una noticia devastadora les quitase a todos el aliento. La vida da muchas vueltas, pero la peor parte es el final. Finn los ha abandonado a todos, no hay marcha atrás, un amigo los ha dejado para siempre y ha sido un golpe duro para todos. Tras su conmemoración en el McKinley cada uno deberá continuar con su vida, tomando diferentes decisiones sobre lo que van a hacer con su vida. Tal vez la muerte de su amigo les haga replantearse lo que están haciendo, si deberían cambiar su rumbo o sus decisiones, todo esta por ver.