Historia de la Magia no era exactamente su asignatura preferida. Ni la de nadie en realidad, o bueno, tal vez sí de algunos excepcionales Ravenclaws. El no era un mal alumno, de hecho generalmente le gustaba prestar atención a clase y demás, no era un empollón pero sabía apañárselas bien, pero aquella mañana se encontraba irremediablemente disperso. No estaba seguro de en qué pensaba, pero simplemente le estaba costando seguir el hilo de la clase sobre los gigantes.

El profesor Binns pareció no tardar en notarlo, tomándole por sorpresa cuando llamó su apellido. Releyó tan sólo una línea de reojo antes de levantar la cabeza sin titubear - Antes del mil novecientos, señor - le otorgaron cinco puntos a su casa, no se sintió del todo orgulloso, pero logró divisar algunas sonrisas escondidas de sus compañeros leones. Decidió que era entonces hora de tomar apuntes, como podía y lo que escuchaba, no tendría suerte de nuevo. Hundió la punta de su bastante desgastada pluma en la tinta, antes de comenzar a garabatear. Su caligrafía no era ni de cerca comprensible, trazo fino y algo ladeado, las letras pequeñas y demasiado juntas como para que alguien tratara de adivinar que decía.

Todavía tenía media hora más de Historia por delante pero el tan sólo pensaba en salir para poder escaparse entre clases, esconderse en algún lugar poco visitado de los jardines y fumar tranquilo. De reojo, logró notar que una Hufflepuff, unas filas más adelante le observaba. Cuando sus miradas se encontraron, la chica pareció sentirse atrapada en escena y regresó su vista al frente. Lyall era bastante tonto para ese tipo de cosas, pero juraría, que no es la primera vez que lo nota.